martes, 26 de julio de 2011

Indagarán a Eduardo Rufo por abusos sexuales de la niña que se apropió

Un represor con otro problema judicial

El fiscal Federico Delgado señaló que el ex agente de inteligencia sometió a Carla Artés Company con la misma “lógica” que torturaba. “Las agresiones sexuales tienen un rasgo de autonomía de un grado tan intenso que exige un significado jurídico puntual”, argumentó.

 Por Irina Hauser

El 19 de agosto del año pasado, después de dar su testimonio en el juicio por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Automotores Orletti, Carla Artés Company dijo que era “reparador” haber comprobado que su apropiador, el parapolicial Eduardo Ruffo, no había podido sostenerle la mirada durante la audiencia. Ese día Carla reconstruyó su secuestro en 1976 junto a su madre, Graciela Rutila, en aquel centro clandestino de donde Ruffo se la llevó cuando tenía un año, y pudo agregar retazos y flashes de la niñez que vivió cautiva del represor y su mujer, hasta que recuperó su identidad a los diez años, tras la intensa búsqueda de su abuela Sacha. Ante el tribunal oral se animó a contar que Ruffo había abusado sexualmente de ella, por lo menos desde los tres o cuatro años. Su relato, uno de los momentos más impactantes del juicio, fue rescatado por el fiscal Federico Delgado, quien reclamó que el ex agente de inteligencia sea indagado específicamente por las “agresiones sexuales” que, entiende, “constituyen una suerte de patrón” de “esa sustancia general que era aplicación del terror”.

“Las causas en las que se investiga la comisión de delitos de lesa humanidad, revelan con nitidez que el terror radicó en la negación del otro no sólo en términos físicos, sino también mediante la colonización de su subjetividad a través de la despersonalización; es decir objetualizando a los sujetos, reduciéndolos a una cosa”, explica el dictamen de Delgado, al que accedió Página/12. “La violación constituye un rasgo distintivo de esa lógica represiva y, en consecuencia, desde nuestra mirada debe tener una respuesta autónoma desde el sistema judicial estatal”, advierte, al argumentar el pedido de indagatoria, que deberá analizar el juez federal Daniel Rafecas. Según Delgado, las “agresiones sexuales” deben tener un tratamiento específico en las causas por crímenes dictatoriales.

Los padres de Carla eran militantes populares que recorrían el continente luchando contra las dictaduras. Ella nació en Perú, el 28 de junio de 1975. Su papá fue asesinado en Bolivia por la dictadura de Hugo Banzer. Allí se fue con su mamá, detenida tras apoyar una huelga de mineros en Oruro. Ambas fueron trasladadas a la Argentina como parte del Plan Cóndor y llevadas al centro clandestino Automotores Orletti. Carla fue apropiada por Ruffo cuando tenía un año y tres meses. “Debo suponer que la persona que me llevó debe ser la misma que asesinó a mi madre”, dijo en el juicio donde Ruffo terminó condenado a 25 años de prisión por torturas y desapariciones. Entonces recordó algunos rostros de la banda de Gordon a quienes había visto alguna vez con su apropiador, describió los sitios donde vivieron y el modo en que el represor trató de ocultarse cuando la Justicia lo buscaba después del regreso de la democracia.

Carla amplió en la fiscalía de Delgado su relato sobre las situaciones de abuso sexual a las que la sometía Ruffo. Ella sitúa esos recuerdos desde los tres y cuatro años en adelante. Con trabajo terapéutico, contó, pudo recordar que “el espacio de la ducha era donde Ruffo” la “asaltaba”. “Era él siempre quien quería bañarme a mí (...) los asaltos eran básicamente manoseos”, describió. También recordó una época, cuando dejó de compartir la habitación con Alejandro, su hermano de crianza, en que “las visitas de este señor se hicieron más frecuentes” con la excusa de que “tenía que darle las buenas noches a la nena y las buenas noches eran manoseos, toqueteos, restregarse”. “Durante muchos años después recordé su cara encima de la mía, sobre todo durante las noches”, dijo. Pero señaló que “la peor época” fue “cuando nos pusimos prófugos”. Por un período incluso vivió sola con él, mientras Alejandro se quedó con su apropiadora. “Como no podía salir de casa (...) los asaltos eran continuos (...) y si no accedía me golpeaba.”

Para ese entonces Carla ya tenía nueve años. Su abuela materna, Matilde Artés, había comenzado a buscarlas a ella y a su hija desde España, donde se había exiliado. Sacha –el apodo de Matilde– llegó a la Argentina en julio de 1984. Las Abuelas de Plaza de Mayo habían dado con el nombre del apropiador. El 25 de agosto de 1985 Carla fue restituida tras un operativo en el que Ruffo fue detenido. Dos años más tarde su abuela se la llevó a España por temor ya que Ruffo había quedado en libertad por las leyes de punto final y obediencia debida durante el gobierno de Raúl Alfonsín.

Carla volvió a vivir a la Argentina en mayo último con sus hijos Graciela (16), Anahí (12) y Enrique (7), nacidos en España. El juicio de Automotores Orletti, en el que dio un testimonio fundamental el año pasado, terminó no sólo en la condena de su apropiador, sino del general Eduardo Rodolfo Cabanillas, Honorio Carlos Martínez Ruiz y Raúl Antonio Guglielminetti. A este último, ella misma lo había podido reconocer al recordar el trato que tenía con Ruffo.

Ahora el fiscal Delgado pidió avanzar contra Ruffo también por los abusos sexuales a los que sometió a Carla con la misma “lógica” con que torturaba, con la misma que se perpetraban los ataques sexuales en todos los centros clandestinos. Pero, dice Delgado, “las agresiones sexuales tienen un rasgo de autonomía de un grado tan intenso que exige un significado jurídico puntual”.

lunes, 18 de julio de 2011

¿Por qué siguen ocultando el origen?

Carlotto: "Disculpas deberían pedir quienes ocultan información"

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo brindó una conferencia de prensa y reiteró que en el caso de tres familias para Marcela y de una para Felipe no se pudo arribar a un cotejo por "falta de material genético". Manifestó que "lo que sí está probado desde 2002 es que los expedientes (de adopción) fueron armados y que hubo una sustracción de dos chicos". Carlotto aclaró que "el Banco Nacional de Datos Genéticos se encuentra en construcción" y que "hay familias que no sabían que sus hijas o nueras estaban embarazadas al ser secuestradas".

La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, afirmó que "no existe un resultado negativo", al referirse a los resultados de los primeros cotejos de los perfiles genéticos de Marcela y Felipe Noble Herrera con los de familiares que buscan niños secuestrados entre 1975 y 1976.

"Abuelas seguiremos expectantes para saber si son o no hijos de desaparecidos", declaró Carlotto durante una conferencia de prensa que ofreció en la sede de la entidad, donde ratificó que la información genética del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) se sigue construyendo, con la incorporación de nuevos perfiles. Especificó que la investigación de la verdadera identidad continúa y el cotejo de datos con nuevas familias que se incorporen al BNDG puede dar positivo en el futuro, como ya ha sucedido en otros casos, por lo que no debe cerrarse la causa.

"Nos dicen que pidamos disculpas", dijo Carlotto, y afirmó que "disculpas debería pedir el Estado terrorista que borró las huellas de nuestros familiares" y "quienes utilizan nuestro dolor para hacer oportunismo político".

"Este delito atroz, permanente, de lesa humanidad, solo podrá cerrarse cuando quienes saben dónde están nuestros nietos tengan la compasión de decirlo", manifestó. Denunció que hay una campaña para destruir a los organismos de Derechos Humanos y sentenció: "Con las Abuelas no Clarín".

Carlotto recordó que el titular del Grupo Clarín, Héctor Magnetto, le ofreció en su momento decirle de quién eran hijos Marcela y Felipe Noble Herrera si ella le informaba "qué familia había hecho la denuncia" para esclarecer la verdadera identidad de ambos.

“Ellos victimizaron a los chicos”

“Ellos exhibieron y victimizaron a los dos chicos. ¿Por qué esperaron tanto para terminar con ese sufrimiento? ¿Quiénes son entonces estos chicos? ¿De dónde los sacaron? ¿Qué hay detrás de todo esto?”, se preguntó ayer Estela de Carlotto, titular de Abuelas de Plaza de Mayo, respecto de la causa que investiga la identidad de los hijos adoptados irregularmente por la dueña del Grupo Clarín, Ernestina Herrera de Noble. “Ellos acusan, mienten, desvirtúan. Nosotros no hemos sido los responsables de la demora sino ellos”, agregó en relación con el proceder de los abogados y la familia Noble Herrera.

Antes de que comience la tercera etapa de comparación de las muestras tomadas a Marcela y Felipe con las obrantes en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), después de que dieran negativos los cruces con desaparecidos de los años 1975 y 1976, Carlotto habló ayer en el programa Bajada de línea, que conduce Víctor Hugo Morales. “Nosotros hacemos lo nuestro hace 34 años y los Kirchner entonces no existían –precisó–. La única forma de cerrar la causa sería dar a conocer el origen biológico de Marcela y Felipe.”

Antes, Carlotto había aclarado que la segunda etapa de cruces de perfiles genéticos dio negativo, “salvo tres familias, en el caso de Marcela, y de una familia, para el caso de Felipe, que no dieron una respuesta ni negativa ni positiva”, lo que lleva a “seguir profundizando los estudios”.

“A veces pensamos que la dictadura ya pasó, pero en realidad el pasado tiene efectos sobre el presente. No son solamente los 30 mil desaparecidos, sino es toda una sociedad que sigue sintiendo las esquirlas de esta situación que vivimos en nuestro país”, señaló el candidato presidencial por el Frente Amplio Progresista, Hermes Binner.

Llonto: “Hay que seguir investigando para saber cuál es el origen de Marcela y Felipe”

El abogado querellante en la causa Noble Herrera, Pablo Llonto, dijo que "hay que seguir investigando para saber cuál es el origen y determinar la identidad de Marcelo y Felipe" Noble Herrera.

"Van a seguir las comparaciones y, seguramente, con las muestras que están en el Banco de Datos Genéticos continuarán dando negativo; lo importante es que las muestras quedaron en el Banco y que de acá en adelante, ante cualquier familia que aparezca y dé sus muestras de sangre, la comparación se tiene que hacer", reconoció.

Llonto, quien es abogado querellante en la causa Noble Herrena, opinó que Clarín “otra vez” se pone como “víctima de una persecución política que es absolutamente falsa e inventada por la cabeza de Ernestina y de quienes dirigen el grupo”.

En diálogo con Radio Provincia dijo que “después que pase esta tormenta de mentiras por parte del grupo Clarín y de varios dirigentes políticos que se le suman contentos con tal de aparecer en un recuadrito en el diario, debemos seguir trabajando como hormigas en la búsqueda de la verdad. Nosotros no vamos a aflojar”.

Llonto aseguró que “estamos mucho más cerca de llegar a la meta” ya que “poder decir que las muestras están en el Banco de Datos Genéticos, es un avance tremendo”.

Reflexionó por último que desde el grupo Clarín, “no están diciendo quiénes son los padres y que no son hijos de desaparecidos. Ellos de lo que se están jactando es de que dio negativo y de que hay que cerrar la causa porque el objetivo es que no se investigue más, que no se hable más”.

El ADN de Marcela y Felipe: Relaciones peligrosas

por Laureano Barrera
    No hubo fracaso porque, simplemente, no hubo comparación de perfiles; y no hubo comparación porque las muestras estaban contaminadas”, puntualiza Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo. A la luz de lo acontecido, quienes siguen de cerca la causa no dejan de subrayar el giro que registró la estrategia judicial de los abogados de Marcela y Felipe Herrera de Noble desde que el ex camarista Gabriel Cavallo asumió la defensa de la dueña del Grupo Clarín.

Causa Noble: El “falso positivo” resultó un falso argumento

Con una dura advertencia para la defensa de Ernestina Herrera de Noble, y un fuerte respaldo al Banco Nacional de Datos Genéticos (Bndg), la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado rechazó esta semana la impugnación que planteó contra el organismo Gabriel Cavallo, abogado de la dueña del Grupo Clarín. La determinación, aseguran en los tribunales de San Isidro, anticipa la más trascendente decisión que la magistrada adoptará en los próximos días y que será clave para definir la suerte de los peritajes resistidos por Marcela y Felipe Herrera Noble.

Causa Noble: tras las muestras de Bergesio

La aptitud pericial de las muestras que obtuvo Conrado Bergesio y la viabilidad jurídica de utilizarlas para contrastarlas con el Banco Nacional de Datos Genéticos (Bndg) son dos cuestiones clave sobre las que deberá resolver la jueza federal Sandra Arroyo Salgado en la causa que busca determinar si Marcela y Felipe Herrera de Noble son hijos de desaparecidos.
    
El ADN está servido

Los peritos del Banco Nacional de Datos Genéticos confirmaron a la jueza Sandra Arroyo Salgado que los perfiles de ADN que le entregaron la semana pasada corresponden a las muestras de sangre y saliva extraídas a Marcela y Felipe Noble, el año pasado, en el Cuerpo Médico Forense. Así, los peritos reconocidos legalmente para este tipo de estudio admitieron que esas muestras son “aptas” para realizar un entrecruzamiento con fines identificatorios con el Banco Nacional de Datos Genéticos (Bndg), pero no le dieron carácter de “muestra indubitada”.

Avances en la causa de Felipe y Marcela
La jueza Sandra Arroyo Salgado recibió dos buenas noticias en estos últimos días. Ambas respecto a la causa judicial por Marcela y Felipe Noble Herrera. La titular del Juzgado Federal de San Isidro confirmó que no será enjuiciada por “mal desempeño”, y que las muestras extraídas a los jóvenes sirven para elaborar su perfil genético y compararlas con las que ya tiene el Banco Nacional de Datos Genéticos.
 Nueva posibilidad en la causa Noble Herrera
La medida puede producir un giro definitivo en la causa Noble Herrera. La resolución que tomó la jueza Sandra Arroyo Salgado, y que empezó a aplicarse esta semana, es la de cotejar la información genética de todas las muestras existentes en la causa. Esto incluye las de sangre y saliva que los hermanos Felipe y Marcela Noble Herrera entregaron en forma voluntaria en diciembre de 2009 y las de ropa que se les sustrajeron en el allanamiento realizado en mayo de este año. Esas prendas presentaron varios perfiles genéticos.

Sin resultados concluyentes, terminó la segunda etapa de las pericias para determinar si Marcela y Felipe Noble Herrera son hijos de desaparecidos. Las pruebas seguirán luego de la feria judicial. El giro de la causa y la participación de la ex titular del Bndg, Ana María Di Lonardo, en un caso de características similares.

Por el momento, no hay conclusiones definitivas. Al resultado negativo que arrojó la comparación de los perfiles de Marcela y Felipe Noble Herrera con las familias querellantes Lanoscou-Miranda y Gualdero-García se sumó una nueva exclusión. En este caso con 55 familias cuyas hijas, hermanas o madres estaban embarazadas al momento de ser secuestradas entre 1975 y 1976. Sin embargo, todavía resta profundizar el peritaje. En tres de las 55 familias confrontadas con el perfil genético de Marcela no pudo determinarse si mantienen o no vínculo biológico con la joven, y en una de las 57 cotejadas con Felipe tampoco. “Deberá completarse la información genética de esas tres familias para determinar si Felipe y Marcela mantienen o no parentesco con ellas”, señaló un comunicado de Abuelas de Plaza de Mayo.

Hasta aquí, la información pura y dura contenida en el expediente. No obstante, los ribetes de la causa Noble tienen notorias semejanzas con otra instruida en la Justicia Federal platense, que hoy reconstruye Miradas al Sur.
Personajes poderosos, allanamientos fraguados, abogados influyentes y poco escrupulosos, que cambian abruptamente de estrategia, se suman a un elemento común: la aparición en ambas pesquisas –oficial en una, sigilosa en la otra– de Ana María Di Lonardo.
Se trata de la ex directora del Bndg hasta 2006, quien –según trascendió– al momento de retirarse se llevó una computadora portátil que podría contener información sensible.

Expediente S.O. El 29 de junio de 2005, la filial La Plata de Abuelas de Plaza de Mayo radicó una denuncia ante el juez federal Arnaldo Corazza, documentando sus presunciones de que S.O. podía ser hija de desaparecidos. Las sospechas se basaban en tres denuncias anónimas de la década del ’80 y una cuarta del ’98 que coincidían en las características físicas de la niña –rubia y de ojos celestes–, el año de entrega a sus posibles apropiadores y el rango militar de su presunto padre: un teniente coronel retirado que había dirigido una cárcel en La Plata.
La información se completaba con otros datos: que había participado en la intervención de un gremio, en una rebelión en la estación de Trolebús de Lanús, que no se movía sin custodia y había hecho blindar las puertas de su casa.
Su legajo personal ratificó gran parte de lo denunciado: el teniente coronel había sido subjefe en el Servicio Penitenciario Bonaerense desde noviembre del ’79 hasta marzo del ’81. Tenía 51 años cuando S.O. llegó a la casa. Su esposa –de quien se denunciaba que no había estado embarazada– tenía 46 años. Una edad avanzada en aquella época para ser madre primeriza.
La partida de nacimiento, donde S.O. estaba inscripta el 11 de julio del ’77 como hija natural del matrimonio, deparó nuevas sorpresas: la rubricaba Juana Arias de Franicevich, una partera –fallecida en 1995– sospechada en otras causas. El lugar del parto era una clínica de Wilde que –según constan en el expediente– no existió hasta 1982 y donde, además, trabajó el médico torturador y falsificador de partidas, Jorge Antonio Bergés.

Con estos indicios, la fiscalía no tardó en pedir que citaran a la joven al juzgado. La primera audiencia se concretó el 9 de agosto; en esa oportunidad el juez le informó a la joven la posibilidad de que fuera hija de desaparecidos. Según las fuentes, no se la vio sorprendida, ni hizo preguntas sobre el tema ni las razones. Por el contrario, dejó prácticamente que hablara su abogado Roberto Schlägel, que conocía muy bien los pasillos de Tribunales por haber sido secretario del juez destituido Hernán Bernasconi. Corazza emplazó en dos semanas a S.O. para pensar en un análisis voluntario de ADN que permitiera despejar las dudas.
El 23 de agosto, la joven de 28 años firmó el acta negándose a realizar la prueba. Lo hizo argumentando una serie de presuntas equivocaciones de la denuncia original que la llevaban a pensar “en una caza de brujas que tiene su única justificación en la pertenencia de mi padre a las fuerzas armadas y sin importar las lesiones e heridas que puedan causarme”.
El 9 de diciembre, en una nueva audiencia, volvió a rechazar la prueba.

Dos años y medio más tarde, el 2 de mayo de 2008, Corazza pidió el allanamiento a la casa de S.O. para obtener su ADN mediante la recolección de sus objetos personales. Cinco días después, la gendarmería se llevó del departamento donde vivía con sus padres tres cepillos de dientes, hilo dental, una prenda íntima y la funda de una almohada. El 15 de julio, el Bndg informó las conclusiones: dos elementos tenían escasa cantidad de ADN, uno de los cepillos pertenecía a un hombre y el hilo dental, insólitamente, presentaba “mezcla de dos o más contribuyentes”. Sólo uno de los cepillos era de una mujer y no coincidió con las 183 familias que en ese momento había en el Banco.

La joven no dio tiempo para que el juez ordenara un nuevo allanamiento. El 28 de enero de 2009, la muchacha cambió sus abogados y optó por otros que habían representado durante años a una de las nietas que más se resistieron a la verdad: Evelyn Bauer Pegoraro, conocida antes como Evelyn Vásquez. Además, pidió que le informaran cuál o cuáles personas “reclaman parentesco con la suscripta”.
Unos días después, el nuevo abogado citó en su estudio de un edificio ubicado en Córdoba y 9 de Julio de la Ciudad de Buenos Aires a uno de los letrados de Abuelas de Plaza de Mayo. Durante la reunión, le hizo una oferta sorprendente que no quedó documentada en el expediente: que S.O. aceptaba analizarse si no investigaban a sus padres. La conclusión del nuevo abogado de S.O. era: ganan ustedes, que encuentran a un nieto, y Evelyn se queda tranquila. Ganamos todos.

El abogado y las Abuelas rechazaron el condicionamiento: no se puede renunciar a la Justicia, le explicaron. Pero el 27 de mayo, el abogado dio el golpe de timón: se presentó informando que su clienta “presta consentimiento para que se extraigan muestras de ADN”. En el epílogo del escrito señalaba algo que podría resultar fundamental: “Asimismo, en este acto designa como perito de parte a la Dra. Di Lonardo”. Vigliero ya conocía a la ex directora del Bndg al menos desde el año anterior porque le había llevado a su laboratorio privado los resultados del análisis que determinaban que Evelyn era hija de desaparecidos para que los sometiera a una contraprueba. El 18 de junio de 2009, el cruce del perfil genético de S.O. con las 197 familias del Banco dio negativo. Un mal sueño que por estos días podría volverse recurrente.

viernes, 15 de julio de 2011

Llegó extraditado el médico represor y apropiador de menores

El represor Norberto Atilio Bianco llegó ayer a la Argentina, extraditado desde Paraguay, acusado de sustracción de bebés y otros delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.

El ex capitán y ex médico del Hospital militar de Campo de Mayo, detenido desde 2008 en Paraguay, arribó de Asunción a las 8.49 en el vuelo AR 1261 de Aerolineas Argentinas, al aeropuerto de Ezeiza, debido a que el aeroparque metropolitano se encontraba cerrado por mal tiempo.

El represor, extraditado a pedido del juez federal de San Martín, Alberto Martín Suárez, debió ser retirado a bordo de una ambulancia de la municipalidad de Ezeiza debido a una descompensación.

Bianco está acusado del robo de bebés nacidos en cautiverio y de asistir partos de detenidas-desaparecidas entre 1977 y 1978, en el hospital que funciona en la guarnición militar de Campo de Mayo y que durante la dictadura militar operaba como maternidad clandestina.

Esta es la segunda vez que Bianco es entregado a las autoridades argentinas, ya que luego de la primera ocasión el represor volvió a Asunción, donde fue nuevamente detenido y litigó varios años para impedir su extradición, pedida por el juez Suárez, por "homicidio y tormento".

En los `90, el médico represor se había fugado a Paraguay para evadir la acción judicial, iniciada por Abuelas de Plaza de Mayo y evitar que el ADN de dos hijos de desaparecidos, de los que se había apropiado, fuera cotejado con las muestras existentes en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

La justicia paraguaya atendió el primer pedido de extradición que lo devolvió a la Argentina, junto con su mujer Susana Wherli, en 1997, pero sólo cumplió dos de los 11,5 años de prisión de una primera condena, impuesta por la Justicia Federal de San Isidro por la apropiación de los niños y se fugó a Paraguay, donde fue detenido por segunda vez el 6 de mayo de 2008.

La causa contra Bianco y su mujer comenzó en 1985 con una denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo, fecha en la que se mudó con los niños apropiados y Wherli al Paraguay de Alfredo Stroessner.

En 1987, se pidió la extradición del matrimonio por primera vez, y recién la medida se concretó diez años después.

En esta oportunidad, las Abuelas lo volvieron a denunciar en diciembre de 2006 por la sustracción y entrega de hijos de desaparecidos a otros apropiadores.

El aspecto del represor proveniente de Paraguay no se diferanciaba sustancialmente de las últimas imágenes que se conocían de él.

De tez algo pálida y con marcadas ojeras, Bianco quedará a disposición del juez Suárez, luego de la atención médica que reciba.

En el "Nunca Más" y más precisamente en el capítulo "La Sombra de Campo de Mayo" hay un apartado titulado "La doble vida de Bianco" donde puede leerse que "el ex mayor médico abandono a su segunda esposa y a su hijo biológico para huir al Paraguay".

"El ex militar médico Norberto Bianco había formado una nueva familia a partir del ‘82. Cuando se enteró que la justicia lo buscaba a él, a su primera esposa, Susana Wherli, y a los dos chicos que tuvo en su poder desde fines de los ‘70, decidió abandonar a su segunda mujer y huir al Paraguay con su primera familia", datalla el informe de la CONADEP.

Faltan comparar los ADN de los Noble Herrera, con familias posteriores al 76

Terminó el segundo cruce de los ADN

El ADN de la joven fue cruzado con el de 55 familias sin resultados positivos, pero en tres casos la información resultó “insuficiente” para excluir o confirmar. Con Felipe ocurrió lo mismo en un caso. Falta comparar con las familias posteriores al ’76.

 Por Irina Hauser y Raúl Kollmann

Un tramo fundamental del cotejo de los perfiles genéticos de Marcela y Felipe Noble Herrera con los de familiares de de-saparecidos que están en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) terminó ayer por la tarde, pero los resultados no son todavía concluyentes. La comparación se hizo con grupos familiares que saben o tienen indicios de que sus hijas, hermanas o madres estaban embarazadas al momento de su secuestro entre 1975 y 1976. Aunque para la mayoría de ellos el vínculo quedó descartado, aparecieron casos dudosos. El ADN de Marcela fue entrecruzado con el de 55 familias, pero en tres de ellas la información genética disponible resultó “insuficiente” para excluir o confirmarlo, según dice el informe que firmaron la titular del BNDG, María Belén Rodríguez Cardozo, y el resto de los peritos al final del día. En el caso de Felipe el análisis se hizo con 57 familias y también resultó que faltaban datos de una de las familias. La jueza Sandra Arroyo Salgado dispuso retomar los estudios recién después de la feria judicial, en dos semanas.

En este escenario, es prácticamente imposible que se sepa el resultado definitivo en un corto plazo. Según explicó el abogado de Abuelas de Plaza de Mayo, Alan Iud, la única forma de completar la información genética faltante para tener una conclusión sin fisuras es que los parientes de las desaparecidas que hasta ahora no hayan dado muestras en el BNDG lo hagan o –si fallecieron– que se exhumen cuerpos para obtener más ADN. A esto se suma que todavía falta realizar el entrecruzamiento del mapa genético de los hijos adoptivos de la dueña de Clarín con el resto de las familias de personas desaparecidas con posterioridad a 1976 que también dieron muestras en el banco. En total, en el banco, hay muestras de 246 grupos familiares.

“Desde Abuelas reclamamos cautela en el tratamiento de esta información porque hay tres familias (una de las dudosas coincide entre Marcela y Felipe) que aún tienen posibilidad de tener vínculo biológico con los jóvenes, o de no tener ninguno, que es algo que también a veces sucede. Hay familias que tienen marcadores genéticos comunes, por lo que pueden presentarse este tipo de situaciones, en este o cualquier otro caso, donde es necesario completar los datos genéticos. Extremaremos los esfuerzos para que puedan estar disponibles cuanto antes y así despejar la situación de incertidumbre”, le explicó Iud a Página/12. “Para evitar este tipo de situaciones es que Abuelas viene trabajando con la Cámara Federal en la realización de exhumaciones para completar el BNDG”, añadió.

Los peritos de Marcela y Felipe, los de las querellas y las Abuelas trabajaron a lo largo de toda esta semana en el BNDG, siempre en presencia de la jueza o de su secretario, en la comparación del ADN. El lunes último quedó descartado el vínculo con las familias querellantes Lanoscou-Miranda y Gualdero-García, ya que todas las comparaciones dieron negativas. Pero no fue lo mismo lo que sucedió cuando comenzó el cotejo con las familias de mujeres secuestradas, se cree que embarazadas, entre 1975 y 1976. Ese rango de fechas fue tomado como estimativo de acuerdo a la fecha de supuesta entrega en guarda de los chicos a Herrera de Noble. La Cámara de Casación, por ejemplo, cuando intentó poner un límite para el estudio comparativo señaló como fecha tope de referencia para Marcela el 13 de mayo de 1976 y para Felipe el 7 de julio de ese año.

Los peritos hicieron el cotejo en forma manual. El informe firmado ayer, que fue notificado a las partes oficialmente por la jueza Arroyo Salgado, dice sobre Marcela que “no se puede excluir o no excluir” el vínculo “con un grupo familiar cuya denuncia se encuentra en trámite ante el Poder Judicial de la Nación por contar solamente con dos familiares femeninos en la rama paterna. Así como tampoco se puede excluir o no excluir con dos grupos familiares cuya denuncia radica ante la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad por la muy escasa información genética aportada a este BNDG”. En la comparación con las otras 52 familias el resultado fue negativo. Acerca de Felipe, se descartó la relación biológica con 56 familias, pero en un caso “no se puede excluir o no excluir” por falta de datos genéticos.

Después de diez años de artilugios legales, apelaciones, entrega de muestras genéticas contaminadas y toda clase de obstáculos para conocer la verdad, recién un mes atrás Marcela y Felipe tuvieron un sorprendente cambio de actitud y anunciaron que entregarían pequeñas muestras de sangre y saliva, y que no apelarían el fallo de Casación que decía que ese material –de lo contrario– sería obtenido con o sin su consentimiento. Luego tuvieron que asumir que la ley establece que el ADN debía ser contrastado con todo el BNDG y que las muestras quedarían reservadas allí para comparaciones futuras, con nuevos grupos familiares que puedan ir apareciendo.

La perseverancia de Abuelas, las familias querellantes, la fiscal Rita Molina y la jueza Arroyo Salgado permitió avanzar hasta el punto actual y la perspectiva es que se termine todo el entrecruzamiento. En realidad, las cosas se hubieran podido lograr ya en 2002, ante la primera disposición judicial para que los jóvenes dieran muestras de ADN, pero hubo un sistemática negativa a la extracción y para la comparación con todas las familias cuyas hijas fueron secuestradas, asesinadas.

Los Noble Herrera apelaron todas las resoluciones judiciales, pese a que la propia Herrera de Noble hizo públicas sus dudas en una carta firmada por ella misma el 23 de diciembre de 2002 en la que decía: “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hubieran sido víctimas de la represión ilegal”. Las maniobras llegaron al extremo de que hubo una entrega de muestras en el Cuerpo Médico Forense, no habilitado para hacer el cotejo y que, además, no tenía las muestras de las familias que buscan sus nietos.

Tras arduas idas y venidas, finalmente la jueza Arroyo Salgado ordenó allanamientos para obtener muestras a partir de la ropa y elementos de higiene de Marcela y Felipe. También en ese caso se encontró con obstáculos asombrosos: la ropa estaba contaminada con perfiles genéticos de varias personas. En un allanamiento anterior, Marcela adujo que no llevaba ropa interior y en el concretado por Arroyo Salgado, Felipe no tenía puesto calzoncillo. Pero, además, según el informe realizado por la titular del BNDG, resultaba llamativo que de prendas como pantalones o medias no se pudieran conseguir perfiles genéticos por las extrañas mezclas que aparecieron. Los Noble Herrera negaron que se hubieran cambiado en los minutos que mediaron entre la intercepción del auto en el que viajaban sus abogados y la llegada de la policía a su domicilio.

Las Abuelas nunca dijeron tener la certeza de que Marcela y Felipe fueran hijos de desaparecidos, pero hicieron notar una gran cantidad de factores que hacían presumir que podían serlo (más allá de los propios dichos de la dueña de Clarín), entre ellos la gran cantidad de irregularidades comprobadas en el trámite de adopción, con testigos falsos, declaraciones truchas, el relato de que a uno de los niños lo encontró en una cajita y que al otro se lo dio en adopción una mujer cuyo nombre resultó inexistente y su DNI de un varón. Además, el juzgado que tramitó la adopción, el de la fallecida jueza Ofelia Hejt, tiene el antecedente de haber intervenido en la entrega de un hijo de desaparecidos.

Estela de Carlotto suele sostener que “no hay ningún caso en el que hayan ocurrido las cosas que ocurren en el de Felipe y Marcela. Nunca hubo tantos obstáculos y se tardó tanto tiempo para hacer el cotejo. Hace más de 20 años que hablamos por primera vez con la señora Noble Herrera y transcurrieron más de diez desde que se inició la causa. No nos ocurrió jamás”.

martes, 12 de julio de 2011

Médico civil confirmó la presencia de secuestradas embarazadas en Campo de Mayo

Testimonió el ginecólogo Eduardo Alberto Pellerano que actuó en el Hospital Militar.
“Me haría mal si fuesen absueltos”

En el marco del juicio por el robo de bebés, Pellerano explicó que en el Hospital Militar había dos salas de aislamiento a las que ellos no tenían acceso. Detalló que eran llevadas mujeres embarazadas a dar a luz que luego eran trasladadas sin sus hijos. Señaló a otros médicos.

 Por Alejandra Dandan

Eduardo Alberto Pellerano por momentos se frotaba los dedos de una mano como si buscara sacarse la transpiración. Destapó y descargó varias veces la botella de agua mineral dentro del vaso que cada tanto vaciaba de un solo trago. Pellerano fue uno de los médicos del Hospital Militar de Campo de Mayo durante la dictadura. Declaró por primera vez en 1984 ante la Conadep, en un contexto en el que otros testigos, no él, mencionaron las presiones que sufrieron para no hacerlo de parte del Comando Mayor del Ejército. Pellerano dijo en ese momento más de lo que dijo ayer, citado como testigo en la audiencia por el plan sistemático de robo de bebés. Pese a presentarse como parte del “movimiento nacional y popular”, a decir que “personalmente me haría mal si fuesen absueltos” los acusados o a explicar que renunció al servicio cuando notó “la situación que se vivía” o a rehusarse a atender a NN, pese a eso, se contradijo varias veces, explicó que no se acordaba de los detalles importantes o cómo nombraban a las desaparecidas, como si lo retrajera cierto temor a quedar bajo sospecha.

A esta altura, durante las audiencias del juicio, varios médicos, parteras y enfermeras confirmaron cómo funcionaron los partos clandestinos en el Hospital Militar. Dijeron cómo el sector de Infectología sirvió para aislar a las embarazadas que sólo llegaban ahí para dar a luz en partos, muchas veces apurados con cesáreas y se iban sin registros y sin sus hijos. Declaró incluso una de las mujeres que dio a luz. Y lo que se investiga además de los mecanismos son las metodologías con las que se armó la ficción de las adopciones ilegales en las que tomó intervención el Movimiento Familiar Cristiano, entre otros actores, que se supone que tenía un acuerdo con el Ejército para hacer las entrevistas y adopciones. En el Hospital también hubo un grupo de monjas de la Congregación Misericordia de la Tercera Orden regular de San Francisco, mujeres que cuando declararon en las audiencias no dijeron demasiado o parecieron reticentes con los datos.

El testimonio de Pellerano agregó algo de información a esos asuntos. Pellerano era ginecólogo, entró al Hospital Militar siguiendo a un médico que ubicó como una eminencia a cargo de un equipo de “médicos civiles de excelencia”. La dinámica del Hospital cambió sin embargo, dijo Pellerano, cuando la dirección de Ginecología quedó en manos del médico militar Julio César Caserotto, del que hablaron ya varios testigos como el encargado de los partos clandestinos. Caserotto asumió con el golpe de Estado. Las guardias de los obstetras, que hasta ese momento eran pasivas, empezaron a hacerse en el Hospital, como si se hubiesen acelerado el ritmo de los partos. En ese momento, también Pellerano se sumó a las guardias, una vez a la semana.

El área de Ginecología estaba a unos 60 metros de Infectología. El médico recordó que ahí había dos salitas de aislamiento a las que ellos no podían ingresar. En cierto momento, espió por una hendija y pudo ver a una mujer con anteojos negros, una mujer que ya no sabe si efectivamente era una “NN”, como describió a las personas no identificadas que pasaban por el lugar en declaraciones anteriores. Tampoco recordó si alguien efectivamente les prohibió el paso, aunque la idea de haber tenido que espiar para mirar le sugiere eso. Tampoco se acordó de si en la puerta había guardias armados o si el lugar parecía una celda, como sí lo dijeron otros testigos, como ya está probado, y como él mismo lo dijo ante la Conadep.

Pese a esos problemas de memoria y olvido, Pellerano recordó otras escenas. La presencia de niños dentro del Hospital, niños “en pie”, asociados a la imagen de dos religiosas. “Me acuerdo de que fueron dos mañanas”, explicó. “Una vez vi a una monja con un chiquito, le pregunté: ‘¿qué hacés?’, porque eran las ocho de la mañana, y ella me dijo algo así como que no sabía, que el chico vino de la calle, porque ellas eran mudas”. Otra vez en cambio vio a dos niñas, las dos lloraban y otra religiosa con ellas. Sucedió lo mismo que la primera vez. Pero en ese caso, la monja no le respondió.

Pellerano aclaró que él estaba en el Hospital sólo de ocho de la mañana a dos de la tarde y sólo un día a la semana, en las noches de guardia, podía escuchar o saber algo más. Que en esas noches, entre “trago y trago”, aparecía algo en las cenas en el Casino de Oficiales. Alguna de esas noches escuchó a Caserotto, por ejemplo, decir que quería hacer operaciones “extraperitoniales” a las detenidas, un dato del que el médico había hablado ante la Conadep. “¿Qué eran esas operaciones?”, le preguntó Domingo Altieri, vocal del Tribunal Oral Federal 6. Pellerano explicó que eran técnicas distintas para atender los partos de las detenidas, pero que él no las conocía, no sabía si alguna vez se usaron y que lo que en realidad quería decir es que parecían querer usar a las embarazadas para experimentos. “Nunca las hicimos (las operaciones) –dijo–, ni tampoco nos detuvimos a preguntar eso; la verdad, la cesárea es una sola, hay que abrir, no hay otra forma.”

Entre vaso de agua y vaso de agua, el Tribunal, las querellas y defensas avanzaron con las preguntas que parecían construir lo que él mismo llamó en alguna declaración como la “monstruosidad” de alguno de los médicos. Preguntaron por Ricardo Lederer, otro de los médicos militares, una persona que no era extrovertida, pero que entre copa y copa, alguna vez, le dijo “ser adepto a mejorar la especie, como lo decía Hitler, seguramente habrá querido significar con eso su nazismo con zeta”.

Le preguntaron también por Norberto Bianco, el médico militar encargado en los papeles del área de Traumatología, apropiador de dos niños y encargado de los traslados de las detenidas. ¿Por qué usted alguna vez dijo que era un monstruo?, le preguntó esta vez Altieri. “Porque se decía que tenía la actividad, que seguramente tenía a las encarceladas y las traía y las llevaba en su propio coche, como el más representativo de toda esa actividad”. ¿Cuál era la actividad?, insistió el magistrado. “La actividad de llevar y traer internas y embarazadas del lugar de detenidas; no puedo saberlo, doctor –replicó Pellerano–: nosotros no participábamos.”

Pese a no poder dar cuenta de prohibiciones, límites, mandatos, Pellerano explicó en un momento que en cierta ocasión con otro médico hicieron un acuerdo. Los habían llamado para atender a dos personas. Ellos se prometieron que no iban a atenderlas si no estaban registradas en el libro de guardia, como si eso fuese una práctica normal o parte de una normalidad de la que el médico tampoco pudo dar cuenta: “Mirá –nos dijimos–, si nos obligan a atenderla, vamos a pedir que figure en el libro de guardia; pero no se me ocurre por qué lo decidimos así, fue entre los dos, si usted a lo mejor se lo pregunta cuando declare el otro médico, a lo mejor él se acuerda”.

¡¡La ex directora del BNDG se llevó información!!

Una computadora sospechosa

En 2006, cuando dejó de dirigir el Banco Nacional de Datos Genéticos, Ana María Di Lonardo se llevó una computadora. Las Abuelas creen que allí pudo haber información sobre las muestras y que, de esa forma, el dato pudo llegar a los Noble Herrera.

 Por Victoria Ginzberg

El 5 de mayo de 2006, Ana María Di Lonardo dejó el Banco Nacional de Datos Genéticos, del que era directora. Se había resistido a su jubilación, que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires había dispuesto, pero, finalmente, ese día se llevó sus cosas. Fue acompañada por un escribano y dejó constancia de que retiraba un par de aparadores, una biblioteca, las cortinas de su despacho y una computadora. Las Abuelas de Plaza de Mayo creen que existe la posibilidad de que en esa PC estuviera la información de los perfiles genéticos sacados en base a las muestras aportadas por los familiares de desaparecidos. Y que, de esa forma, los datos podrían haber llegado a Felipe y Marcela Noble Herrera, que hace un mes cambiaron la postura que tuvieron durante diez años y aceptaron aportar su sangre y saliva para que se determine si son o no hijos de desaparecidos.

“En este estado la requiriente requiere retirar sus elementos personales consistentes en un mueble aparador de dos hojas corredizas color marrón claro con tapa de vidrio de dos metros, uno similar color claro de 1,50 metro de largo, una biblioteca de cuatro estantes de 1,2 metro de largo. Las medidas son estimadas. La computadora Pentium 4, 2,8 ghz con 512 mram con disco rígido de 80 gb, grabadora de CD y lectora de DVD Zip de Internet y una impresora Epson Stylus color 880 y las cortinas del que fuera su despacho”, dice el acta a la que Página/12 tuvo acceso.

“Consultamos con especialistas y es posible tener en una computadora de ese tipo la información de los perfiles genéticos. Si esto hubiera ocurrido sería muy grave que se robara la información del Banco Nacional de Datos Genéticos, pero de todas maneras lo importante es que se sepa la verdad y se están tomando medidas para verificar que no hubo alteraciones en los registros, por eso pedimos que los cruces se hagan manualmente”, señaló Alan Iud, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo.

“Existe un antecedente que nos llamó la atención –explicó Iud– en 2007 nos comunicamos con una joven de la que sospechábamos que era hija de desaparecidos. Ella se opuso a hacerse el análisis de ADN y se inició una causa judicial en La Plata, en el juzgado de Arnaldo Corazza. En 2008 la chica volvió a rechazar el ADN e incluso un abogado nos dijo que lo podía aceptar a cambio de que sus apropiadores quedaran impunes. Abuelas le respondió que no hacen ese tipo de negociaciones. Después apareció con Di Lonardo como perito de parte y accedió a hacerse el análisis, que dio negativo.”

La sospecha de Abuelas no reside en que se cambie el resultado del ADN, sino en que a través de Di Lonardo los Noble Herrera hayan tenido acceso a la información y que por lo tanto conocieran por anticipado cómo saldrían los análisis. Es que el estudio jurídico del ex juez Gabriel Cavallo, defensor de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, también representa a Di Lonardo. Los abogados de la empresaria sostienen que la decisión de los jóvenes de someterse a los exámenes genéticos se vincula con una investigación que realizaron –asesorados por la ex directora del BNDG– en base al análisis de los expedientes de los casos denunciados por las Abuelas.

Desde 2006, cuando Di Lonardo dejó su lugar al frente del Banco, 66 nuevas familias dejaron sus muestras en el lugar porque descubrieron que sus hijas, hermanas o madres podrían haber estado embarazadas cuando las secuestraron. Cuatro de esas familias se incorporaron este año. El Banco está en este momento analizando si los hijos adoptivos de Herrera de Noble son hijos de desaparecidos cuyos familiares aportaron su sangre al organismo. Ayer, luego de que se conociera que los hermanos Noble Herrera no eran parte de las dos familias querellantes en la causa, la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto, reiteró que la organización que dirige denunció siempre que los jóvenes podían ser hijos de desaparecidos, no que lo fueran y que “lo importante es llegar a la verdad”.

lunes, 11 de julio de 2011

Testimonio de Alejandro Sandoval, nieto recuperado en la causa por el robo de bebés

Un ruego para que digan dónde están

En 2006 el hijo de Liliana Fontana y de Pedro Sandoval recuperó su identidad. Su apropiador, el gendarme Víctor Rei, fue detenido. Alejandro le pidió a los abogados de los represores que los convenzan para que cuenten qué hicieron con los chicos.

 Por Alejandra Dandan

Alejandro Sandoval recordó en medio de la audiencia un diálogo con su apropiadora. El momento en el que ella le habló de cómo llegaron a él, como si fuese parte de una ficción armada por los militares para organizar el procedimiento de robo y apropiación de menores. Primero los convocaron al “Maldonadito”, el modo con el que hablaban del Regimiento Patricios. Los sometieron a un informe ambiental. Les exigieron algunos requisitos: que pertenezcan a la Fuerza o sean “amigos” de la Fuerza; que tuvieran casa propia, estén casados y sean católicos. En la entrega intervino un cura. Cuando todo terminó, Víctor Rei y su mujer recibieron a dos niños directo de Campo de Mayo. Uno era Alejandro, de tres o cuatro meses de edad; la otra era una niña con el cordón umbilical prendido en el cuerpo. La mujer de Rei optó sólo por Alejandro porque no le gustaban los recién nacidos. “Ellos decían que habían hecho una adopción –explicó Alejandro en la audiencia–, pero en realidad era cómo nos robaron a nosotros.”

Alejandro declaró por primera vez hace dos años en el juicio contra su apropiador, el gendarme Víctor Rei, cuando aún se presentó con ese apellido. Ayer declaró en la audiencia por el plan sistemático de robo de bebés como hijo de Liliana Fontana y de Pedro Sandoval. El diálogo entre él y su apropiadora Alicia Arteach fue un eje de la declaración de un juicio en el que fiscalía y querellas intentan probar la sistematicidad de los robos. Una escena en la que Alejandro situó al cura Speche y al gendarme Correa como los encargados del trámite.

Alejandro dijo en la audiencia que no cree en las casualidades. Que por alguna razón siempre le tuvo bronca a quien durante muchos años supuso como tío biológico, un hombre del Batallón 601, hermano de Rei, que estuvo en La Perla, el centro clandestino en el que está convencido que terminó desapareciendo su padre. Pero hay algo más de esas casualidades con las que enlazó distintos momentos. El bar donde paró durante la secundaria era el lugar donde se conocieron sus padres y donde imagina que se dieron el primer beso. El destino de Rei en la provincia de Formosa estaba justo frente a la sede del club Atlético, el centro clandestino donde estuvieron sus padres. Y está convencido de que a eso de los 8 o 9 años conoció a quienes hoy son Francisco Madariaga y Martín Amarilla jugando en Campo de Mayo: “No creo en la casualidad –dijo Alejandro–: creo en la causalidad”.
LA IDENTIDAD

La presidenta del Tribunal Oral Federal 6 le preguntó sus datos, como manda el protocolo. El dijo que era Alejandro Sandoval Fontana y que nació el 28 de diciembre de 1977, cuatro meses antes de la fecha que siempre figuró en su documento y la razón por la que los apropiadores le mostraban fotos y le decían que había sido un bebé grande, cuando en realidad había nacido antes.

¿Cuándo toma conciencia usted de que su identidad es la que acaba de manifestar y que no era hijo de Víctor Rei?, arrancó el fiscal Martín Niklison. “Al enterarme de quienes son mis padres, en 2006”, dijo él. “En realidad, me enteré a principios de 2004 que yo era adoptado e hijo de desaparecidos, pero cuando me entero no entendía”, explicó sobre esa especie de “vacío” que le provocaba la palabra “desaparecidos”, porque podía entender qué era ser adoptado, explicó, pero nunca había oído hablar de los desaparecidos.

Alejandro manejaba una camioneta en la ruta de San Miguel a Hurlinghan con Rei cuando su apropiador le dijo que pare: “Se larga a llorar, me dice que me estacione, yo hago lo normal, empecé a consolarlo, y él que me pedía disculpas, cuando se pone a llorar, le digo que trate de calmarse y me dice que soy adoptado e hijo de desaparecidos, pero más que nada yo me imaginaba que se había muerto un familiar o había pasado algo; en ese momento me quedo bloqueado, arranco la camioneta, sigo el trayecto, llegamos a la casa, me bajo, veo a la mujer de él que lloraba, yo le dije: ‘Está bien, no es nada’, hice mi vida normal y cotidiana”.

El ya no vivía con sus apropiadores. Un mes después leyó en un diario el nombre de Rei y entendió que había una causa y que Rei estaba detenido en Campo de Mayo. Alejandro contó durante estos últimos años varias veces cómo es que desde Campo de Mayo los represores inventaron modos para retener los controles. Ayer volvió a esa escena que parece el sombreado de los hermanos Marcela y Felipe Noble: Rei lo llamó desde Campo de Mayo un día para avisarle que “se veía un allanamiento en 48 horas”. “¿Bueno, qué hay que hacer?”, preguntó Alejandro. El otro le dio los detalles: iban a pedirle una remera, toalla, cepillo de dientes y un peine. Se los dio. “Pero ya que está todo alterado, alteremos todo”, le dijo Alejandro y entre risas se pusieron a pasarle el cepillo de dientes a un perro que su apropiador tenía en Campo de Mayo. Pasaron el peine por el pelo y hasta la toalla.

“Dicho y hecho –siguió Alejandro–: a las 48 horas llegaron a casa. Los hago pasar, les doy los objetos, lo único que me preocupó es que querían además una sábana, pero me quedé tranquilo porque no agarraron la de la cama, se llevaron una del placard; nos sentamos en la mesa, les hice un café, yo me tomé unos mates y a los quince o veinte minutos agarraron las cosas y se fueron.”

Tres o cuatro meses después el allanamiento se repitió. Volvió la misma comisión, pero con testigos, llegaron a las cuatro de la mañana, y tiempo después lo llamaron del despacho de la jueza María Romilda Servini porque estaban los resultados de ADN y le preguntaron si quería conocer a su familia.

“En el encuentro ya comprendía más lo que pasaba, pero no sabía qué era lo que me iba a encontrar del otro lado, porque las personas que te crían, o sea los apropiadores, te impulsaban a verlos, pero te entraban dudas porque me decían: ‘Andá a conocerlos porque ellos no son tu familia’: hasta el día de hoy no entiendo esa lógica, en ese momento me pregunté si ellos sabían entonces quién era mi familia.”

Por ese estado de confusión, de mentiras, le agarró “un ataque de locura” y pidió un nuevo examen genético en ese juicio en el que todavía estaba entre una y otra historia. Aquel resultado confirmó nuevamente los datos: “Fue ahí cuando pude cerrar ese manto de dudas para saber si era o no, un manto de dudas que esta persona generó en todos nosotros”.
LOS PADRES

Edgardo Ruben Fontana declaró después. Era el hermano de la madre de Alejandro. Y la primera persona que le habló de las casualidades. Ayer uno y otro volvieron a ese tema, Alejandro en busca de algunas señales y su tío convencido de que por alguna razón Rei estuvo en Formosa para la misma época en la que él mismo y su cuñado hicieron trabajos políticos en un lugar del que después de un tiempo desapareció un compañero y detrás otros hasta su hermana y su cuñado.

Liliana y Pedro habían nacido en Entre Ríos, pero se conocieron en Buenos Aires. Los dos militaban en el Frente Revolucionario 17 de Octubre como Edgardo. Pedro además era futbolista, había estado en Atlanta y en las inferiores de Boca. “Como se hace amigo de Gustavo Rearte, los entrenadores le dijeron: ‘Bueno, Sandoval, o el fútbol o la militancia, y obvio que eligió la militancia”, dijo Alejandro. Pedro viajó a Cuba. Pronunció un discurso después de Rearte y de John William Cooke que quedó reproducido en un diario. Lo secuestraron el 10 de julio de 1977. Liliana estaba embarazada. Estuvieron en el Atlético. Un sobreviviente escuchó decir a Julio Simón, alias el Turco Julián, que “El Negro Sandoval era patito al agua”. Otro escuchó cuando dijo que “la rubita había tenido un varón”.

Alejandro miró a los abogados de los represores al final de la audiencia. “Me gustaría decirles a ustedes, los abogados defensores, ya que tienen vínculos porque son sus defendidos, si les podrían pedir que junten fuerza para decir el origen nuestro, estaría bueno que ustedes los obliguen a decir dónde están todos y por qué lo hicieron”.

Quedan muchas familias aún por comparar

Los ADN Noble Herrera de los se cotejaron con las dos de las familias querellantes. El primer cruce de perfiles dio negativo

Las muestras genéticas de Marcela y Felipe Noble Herrera fueron comparadas ayer con los Lanoscou-Miranda y los Gualdero-García. Hoy comenzará el entrecruzamiento con el resto de las familias registradas en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

 Por Raúl Kollmann e Irina Hauser

En el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) se hizo ayer el primer entrecruzamiento de perfiles genéticos en la causa Noble Herrera. Por un lado, el de Marcela y Felipe Noble Herrera y, por el otro, el de las familias querellantes, Lanoscou-Miranda y Gualdero-García. Ambos dieron negativo. Los Lanoscou-Miranda buscan a su nieta Matilde, robada durante la operación en la que fueron asesinados sus padres, en Acassuso. El perfil genético de Marcela se comparó con esas dos familias. Por su parte, los Gualdero-García buscan a un varón, nacido después del secuestro de María del Carmen Gualdero, en 1976, cuando estaba a punto de dar a luz a un bebé concebido con Ernesto García, asesinado el año anterior. El entrecruzamiento con Felipe también dio resultado negativo. A partir de hoy se hará la comparación con el resto de las familias que buscan a sus nietos.

Durante el entrecruzamiento realizado ayer estuvieron presentes la jueza Sandra Arroyo Salgado, la fiscal Rita Molina; los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, los de las familias querellantes y los letrados de Marcela, Felipe y Ernestina Herrera de Noble. Junto con ellos, participaron los peritos genetistas y el proceso fue dirigido por la titular del BNDG, Belén Rodríguez Cardozo.

Existe el compromiso de confidencialidad por parte de los genetistas, los abogados y todos los participantes. Sin embargo, los resultados trascendieron casi de inmediato y luego, en forma pública, la fiscal los confirmó. Ya hace años los Noble Herrera habían aceptado el entrecruzamiento sólo con las familias querellantes. Sin embargo, Abuelas de Plaza de Mayo insistió siempre en que la comparación de perfiles genéticos debía hacerse con todas las familias que buscan nietos, por cuanto no se puede confiar en ninguna de las fechas que figuran en el fraudulento trámite de adopción que en 1976 llevó adelante Ernestina Herrera. Está totalmente probado que las adopciones se hicieron con documentos y testigos falsos y con burdas versiones de los hechos, incluyendo que la empresaria se encontró a un bebé, en una canastita, en la puerta de su casa.

Además de las familias querellantes, hay otras veinte que figuran en la causa y que creen que Felipe y Marcela podrían ser sus nietos. Debe tenerse en cuenta que la jueza Ofelia Hejt –ya fallecida–, que actuó en el caso de la adopción, tiene el antecedente de haber participado en la entrega de un hijo de desaparecidos. Eso se suma a la irregularidad de los trámites de adopción y levantó las sospechas que los Noble Herrera podrían haber liquidado haciéndose la extracción voluntaria de sangre en 2002, cuando ni siquiera eran gobierno los Kirchner. Desde entonces, apelaron todas las decisiones de los jueces y evitaron el entrecruzamiento de todas las formas posibles. Incluso hubo que allanar sus viviendas en dos ocasiones, lo que todavía levantó más sospechas: en la ropa interior de Marcela se encontraron perfiles genéticos de dos personas y en los calzoncillos de Felipe, ADN de un hombre y una mujer.

Según los genetistas, el entrecruzamiento se hace de dos maneras. Por un lado, informático, con los perfiles ya incorporados a una computadora del BNDG. Pero también se hace un chequeo manual, con la impresión de los electroferogramas, en los que están plasmados los perfiles. Los genetistas ven los picos en cada electroferograma, comparando lo que se ve en un papel con lo que se ve en otro papel. Esos dos métodos se habrían usado ayer y se usarían también en el resto del entrecruzamiento que sigue hoy, primero con los hijos de desaparecidos de 1976 y luego con los de 1977. La lógica es que entre hoy y mañana estén los resultados definitivos.

viernes, 8 de julio de 2011

El lunes 11/7 comienza el cotejo de muestras de ADN de Marcela y Felipe Noble

La jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado dispuso que el lunes próximo comience el entrecruzamiento de los perfiles genéticos de los hermanos Marcela y Felipe Noble Herrera con los de los familiares que buscan bebés robados en la última dictadura.

El objetivo será determinar si alguno de los hijos adoptivos de la dueña de Clarín, Ernestina Herrera de Noble, fue apropiado en un centro clandestino de detención.

Según confirmaron fuentes judiciales, la decisión dispone que se compare con la "totalidad de las muestras" existentes en el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand, aunque el fallo aún no fue notificado a las partes.

Los perfiles genéticos de Marcela y Felipe se obtuvieron en ese Banco luego que ambos hermanos se sometieron a una extracción voluntaria de sangre y saliva, tras diez años de causa judicial.

Los resultados del cotejo, que comenzará a las 11 en el hospital del barrio porteño de Caballito, estarían en 24 o 48 horas.

Como marca el artículo sexto de la ley que creó el Banco, las muestras quedarán luego almacenadas allí por si surgen nuevos familiares que reclaman recién nacidos y pueden realizarse otros cruces.

En diciembre pasado, Arroyo Salgado ordenó la extracción de muestras con o sin consentimieno de los hermanos, pero esta decisión no se cumplió porque ambos apelaron opiniéndose y el tema llego a la Cámara Nacional de Casación, que ratificó lo resuelto pero limitó el cotejo temporalmente.

De manera sorpresiva, cuando vencía el plazo para apelar esta decisión, Felipe y Marcela presentaron un escrito ante la jueza de San Isidro donde por primera vez manifestaron su voluntad de someterse a las pruebas de manera voluntaria en el BNDG.

Lo ordenado ahora por la jueza es el último paso para la obtención de los resultados de los estudios, que comenzaron la extracción de muestras y el establecimiento de un perfil genético de ambos, que quedó resguardado hasta el cruce que se inicia el lunes en copias distribuidas entre la magistrada, la fiscalía, el Banco y otra a disposición de los Noble Herrera.

miércoles, 6 de julio de 2011

Testimonio de Amalia Galeano parió en cautiverio, sobreviviente del Hospital Militar,

“¡Nació la roja, la roja!, gritaban”

En el juicio por el plan sistemático de robo de bebés, Galeano recordó su detención, su traslado al momento del nacimiento de su séptimo hijo. Las humillaciones, las otras mujeres a las que vio y su liberación junto a su hija.

 Por Alejandra Dandan

Un médico acababa de reconstruir casi a ciegas unas pocas imágenes de tres mujeres a las que había revisado en el Hospital Militar de Campo de Mayo. Estaba convencido de que las “supuestas guerrilleras”, como las llamó, entraban y salían como una estrella fugaz porque estaban ahí sólo para dar a luz. Si todo estaba en condiciones, tenían a sus hijos con parto natural, si no les forzaban por goteo las cesáreas. Poco después entró en la sala de audiencias una de las pocas sobrevivientes de los centros clandestinos que dieron a luz en Campo de Mayo y aún pueden contarlo. Las imágenes en blanco y negro borroneadas por el paso del tiempo entraron así en un acelerado proceso de definición: “Yo no había roto bolsa ni nada”, dijo Amalia Galeano. “No sé cuántas horas habrán pasado, era después del mediodía, porque mi hija nació a las cuatro de la tarde, yo no veía nada, estaba con la cabeza atada, y me pusieron en una camilla, me taparon toda, casi no podía respirar, me llevaban por escaleras con la camilla a pulso porque sentía los movimientos, me pusieron para el parto, se ve que había mucha gente y me decían ahora vas a empezar a gritar... Me provocaban... Vas a joderte, me decían, perdónenme la palabra.”

El pelo blanco con el que Amalia Galeano entró en la sala de audiencias de los Tribunales de Retiro, entonces era un pelo negro de rulos, de una mujer de cuarenta años. Ya había tenido seis hijos. Era catequista. La mujer de Osvaldo Balbi, un militante de Vanguardia Comunista, escritor, el autor de El Elefantito, un libro de cuentos prohibido por la dictadura. El 10 de agosto de 1978 entraron en la casa para llevárselos. Ella pasó un día o unas horas por El Vesubio y luego la internaron en el Hospital Militar. La liberaron once días después del parto con su hija. Amalia declaró en el juicio oral por el robo de bebés. Cuando la presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta, le preguntó, sobre el final, si quería agregar algo más a su declaración mencionó a una de sus amigas. Teresita Trotta también era catequista, estaba embarazada y la secuestraron antes que a Amalia. En ese momento, ella fue al Obispado de Morón para ver al párroco Raúl Trotz porque conocía a Teresita. Trotz dijo que Teresita había tenido una nena, que estaba con una familia, que la estaban cuidando y que Teresita estaba en España. “Vos no te preocupes por nada porque es peligroso”, le dijo a Amalia. Pero Teresita desapareció, también su compañero, y la niña recién recuperó la identidad en julio de 2008.
Parir en Campo de Mayo

Amalia calcula que la llevaron al Hospital Militar la noche del 11 de agosto. El 12 entró en la sala de parto. Ante los gritos y sobresaltos, les propuso un trato a sus custodios: que no iba a gritar, que ése era su séptimo hijo, pero que después tenían que dejarla ver a su hija.

“En ese momento, les empecé a hablar del milagro de la vida, de lo que se me iba ocurriendo.” Alrededor, un partero le puso el goteo para adelantar las contracciones. Ella se dio cuenta de que no sabía demasiado. El goteo estaba mal, la aguja se había salido, y alrededor escuchaba “mucha charla”. Alguien le acomodó la aguja. “Yo les hablaba, del bien, de un nacimiento, de un hijo, de todo, y a la persona que me atendió después le dijeron que pusiera una mano para ver la placenta; yo quería ver a mi hija o hijo, no sabía que era nena y el trato era que yo la quería ver... Que la quería ver. Y entonces me levantaron un poco, me la mostraron y me di cuenta de que la habían disfrazado: le pusieron un gorro rojo como si fuera Papá Noel, la vistieron de rojo, decían: ‘¡Nació la roja! ¡Nació la roja!’ ¡Pero nosotros no éramos comunistas! No sé, horrible, un espanto.”

La llevaron de la sala de partos a la habitación. El lugar tenía un baño y dos camas. Ella estaba sola, pero escuchaba que todo estaba lleno de voces de mujeres. Amalia se acercó a la puerta y se puso a gritar pidiendo a su hija: “Escuchaba llantos y pensaba que habían llevado a mis otras hijas, escuchaba gritos de mujeres; en la puerta, gritaba que quería saber si eran mis hijas las que gritaban, gritaban ‘mamá’. Se ve que había muchas mujeres”.

Algunas de esas voces decían otras cosas “¡Otra cesárea!”, escuchó en algún momento. Pasaron los días: el viernes nació su hija, del sábado al lunes a ella se le hincharon los pechos por la leche. Un médico ordenó que le coloquen una inyección para cortarle la leche. Ella no los dejó. “Vino un enfermero y yo corría por el cuarto, me bajaba y me subía de la cama y subía a la otra cama y corría para que no me dieran la inyección y le decía: ‘¡A mi hija la voy a tener!’. Y que no me dieran la inyección, el enfermero al final no me la dio y me dijo que no diga nada.”

El martes le llevaron a la niña. Alguien le había puesto Stella Maris, pero Amalia dijo que su hija se iba a llamar Fernanda. La niña estaba en brazos de una enfermera que se sorprendió porque le había dado una mamadera, pero ahora la niña estaba prendida como si tuviera hambre al pecho de su madre. La beba estaba sucia. “Se ve que usaban a los bebés para los interrogatorios”, explicó la mujer. “Para mí a mi nena me la llevaron con las uñas con sangre y un coágulo en el ojo que demoró varios meses en curarse.” Y esa primera vez tenía, además, olor a cigarrillos. “La enfermera que me la trajo se sorprendió tanto que dijo: ‘¿Pero quién le cortó las uñas a esta nena?’.” Por eso Amalia pensó, y todavía piensa, “que en ese lugar podían usar a los nenes para hacer declarar, bueno, en ese caso, sería al padre de mi hija ¿no?”.

Amalia salió del Hospital Militar con libertad vigilada. Tuvo citas de control en la Confitería El Molino. Salió del país por Amnistía Internacional después de someterse a controles cada 48 horas en la Policía Federal para conseguir el pasaporte. Osvaldo Balbi permanece desaparecido.