lunes, 24 de octubre de 2011

Macarena Gelman declara por teleconferencia desde Montevideo

Una búsqueda que todavía no terminó

La nieta del poeta Juan Gelman detalló ante el tribunal que nunca había sospechado que no fuera hija del policía que la crió. Recién en 2000 conoció su historia. Desde entonces reconstruyó el cautiverio de su madre y su nacimiento.

 Por Alejandra Dandan

Uno de los jueces le preguntó en algún momento por sus apropiadores, pero Macarena Gelman volvió a nombrarlos como los llamó una y otra vez hasta ese momento: padres adoptivos. Antes o después, otra integrante del Tribunal Oral Federal 6 volvió a preguntarle sobre el momento en el que desde el presente de su restitución, ella hizo memoria sobre lo que habían sido las últimas palabras de una de esas personas. Un hombre de la policía uruguaya, masón, retirado en el año ’75 y luego jefe de policía de su distrito en la democracia de la mano del Partido Colorado. Macarena dijo que cuatro días antes de su muerte, en la cama del hospital, entendió que le estaba dejando un mensaje. Primero le dijo que fuera a buscar a la biblioteca de su casa un libro en el que “si mal no recuerdo hablaban de la dictadura argentina y mencionaban nombres como el de Aníbal Gordon. Lo otro que hizo mi papá antes de morirse es que lloraba y me pedía perdón”.

–¿Cómo era el nombre del libro? –le preguntó la presidenta del Tribunal, María del Carmen Roqueta.

–La ira del Leviatán –dijo ella–, de un militar uruguayo, me dijo que lo busque en su casa y se lo lleve.

–¿Y usted qué hizo?

–No, no supe más nada: no presté atención en ese momento, recapacité y es todo cuanto me acuerdo: cuando me entero de todo y recuerdo ese episodio y veo que el libro era referido a ese tema.

–¿Cómo se lo dijo?

–Fue cuatro días antes de morir, en una conversación que tuvimos sobre una serie de operaciones que podían no tener fin y él tenía miedo, me pidió perdón porque no quería dejarme con problemas. Lloraba y me pedía perdón una y otra vez.

–¿Le preguntó cuáles podían ser esos problemas?

–Yo lo que me imaginaba obviamente era sobre lo que podía generar su muerte. Yo no sabía nada de que no era hija biológica de ellos. El era una persona que solía hacerse cargo absolutamente de todo, mi mamá y yo siempre fuimos muy dependientes.

Entre el presente y el pasado de esas dos historias, Macarena declaró conectada a la sala auditorio de los Tribunales de Comodoro Py desde la sede del Mercosur uruguayo. Su nombre es uno de los 35 expedientes que se investigan en el juicio por el plan sistemático de robo de bebés de la dictadura. Esta vez, parte del tramo de los robos de niños que comenzaron en el centro clandestino de Automotores Orletti, base del Plan Cóndor en Argentina y el espacio donde pasaron sus padres Marcelo Gelman y María Claudia Iruretagoyena que llegó embarazada a ese lugar. Macarena inició una causa en Uruguay para encontrar el cuerpo de su madre y para que sean juzgados los responsables de su desaparición.

“A principios del año 2000 un obispo de Uruguay se contacta con mi mamá adoptiva para trasmitirle que se había puesto en contacto mi abuelo Juan Gelman, y le había transmitido su presunción de que podía ser su nieta”, explicó, en el comienzo. “Diez días después, mi mamá adoptiva me dice que yo no soy hija biológica de ellos, me dice que yo había sido dejada en la puerta de su casa en enero del ’77 en una canastita, con un cartelito que decía como que nací el 1º de noviembre: ‘Soy la madre y no puedo cuidarla’. Hasta ese momento, yo no había tenido conocimiento de mi origen, hasta que monseñor Galimberti le transmite esta presunción de mi abuelo y le dice que si yo quería podía hablar de eso con él.”

Su abuelo había llevado adelante durante todos esos años la investigación por su búsqueda, con su mujer e integrantes de los organismos de derechos humanos. A través de un dato que un intermediario obtuvo del represor Alfredo Ruffo supieron que ella podía estar en Uruguay. El 31 de marzo del año 2000 se reunió por primera vez con el poeta Juan Gelman: “Me encuentro con él, me da detalles”, dijo. Los análisis genéticos confirmaron más tarde los datos.

“Los restos de mi papá fueron hallados en 1989, estaba secuestrado en Orletti y en el año ’76 lo asesinan, en septiembre u octubre y sus restos son encontrados por el Equipo Argentino de Antropología Forense.” A su madre la trasladaron de Orletti a Montevideo, donde quedó secuestrada en el Servicio de Informaciones y Defensa. Las referencias indican que Macarena nació a fines de octubre o principios de noviembre del ’76. “La última vez que es vista con vida es el 22 de diciembre de 1976, cuando un soldado ve que se la llevan dos funcionarios militares, con rumbo desconocido y conmigo en una canastita y hace alusión a eso con un comentario, diciendo: ‘A veces hay que hacer cosas embromadas’.”

A esta altura, se sabe que María Claudia estuvo con un grupo de uruguayos que habían sido trasladados antes desde Buenos Aires. “Ellos dicen que alguien ve a una mujer embarazada que no conocían y una noche sienten a un guardia pedir una ambulancia.” En ese momento, en la sala uruguaya, del otro lado de la pantalla, Macarena dejó de hablar. “Aparentemente eso lo deducen porque escuchan que se piden indicaciones como para atender a una mujer que estaba en trabajo de parto. Pocos días después, relatan que se empezó a escuchar el llanto de un bebé. Y como algunas detenidas eran madres recientes, lo identificaron con el llanto de un bebé recién nacido.”

En esa trama de fuentes directas e indirectas, pero siempre ancladas en algún lugar fuera de sí misma, ella reconstruyó detalles apuntalados con la lógica de las referencias que le exige el discurso de las pruebas penales. Datos que sí sabía, datos que no.

“¿Sabe dónde nació?”, le preguntó el fiscal Martín Niklison. “No tengo precisión exacta, se supone que en el Hospital Militar Central, por estas referencias que se hicieron cuando piden la ambulancia.”

Las personas que la criaron la anotaron como hija propia. Alguien le preguntó por la partida de nacimiento. Ella no sabe aún si estuvo falsificada. Le preguntaron por los nombres de los testigos, quiénes eran. Macarena dijo que fueron dos, amigos del policía Angel Tauriño: uno llamado Alberto López, dueño de una automotora, su padrino y muerto en 1995, y una persona llamada Fiori. Macarena no tiene certezas de que hayan tenido vínculos con la dictadura. O por qué su madre terminó en Uruguay.

“Si bien se manejaron distintas hipótesis, desde una confusión con el apellido –porque había otro uruguayo con ese nombre– o hasta el traslado para quedarse conmigo, no he podido confirmar ni descartar nada: lo que sé es que estuvo en el lugar de los uruguayos, que a un grupo los trasladaron previamente. Y que tengo referencias de que los que integraban ese primer vuelo habían sobrevivido, los del segundo vuelo hasta ahora permanecen todos desaparecidos, no han sobrevivido y mi mamá tampoco.”

Tauriño tenía grado de comisario inspector. En 1975 inició el trámite de retiro, una de las hipótesis en las que cree Macarena es que tuvo problemas con el “régimen”. Hizo un reclamo al Ministerio del Interior por hostigamiento. En 1976 estaba retirado. Estuvo en la Asociación de Policías en Retiro y después de 1995 lo nombraron jefe de policía del Departamento de San José por su vinculación con el Partido Colorado. Los abogados de Abuelas de Plaza de Mayo, pero sobre todo la fiscalía, hicieron preguntas por Tauriño. En Abuelas admiten que todavía no hay demasiados datos, pero su integración a la policía y aquellas últimas palabras alientan una investigación. A tientas, trabado, intentando dejar a un lado los datos para entender acaso otros procesos, el fiscal Niklison le preguntó a Macarena qué le pasó a ella con la restitución: “Y bueno –dijo ella–, qué decir: que me sentí más completa y entiendo lo que antes no entendía y los vacíos que no sabía de dónde salían”.

En ese momento, habló del libro y el pedido de perdón.

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