lunes, 17 de diciembre de 2012

Sabrina Valenzuela recuperó su identidad en 2008 y busca a su mellizo

“Quiero tomar un mate con mi hermano”

La hija de los desaparecidos Raquel Negro y Tucho Valenzuela nació en el Hospital Militar de Paraná. Los represores quisieron instalar la idea de que su mellizo había nacido muerto. Ella y su familia lo buscan. Hoy se presenta un libro que habla de su historia.

 Por Victoria Ginzberg

–¿Qué hacés, Negrita? –Nada, te estoy llamando. ¿Y vos?

–Yo estoy acá, en el baño, llorando.

Sabrina y Sebastián hablaban por primera vez. A ella le habían adelantado por teléfono el resultado de su estudio de ADN. La habían citado para un par de días después en el juzgado para notificarle el trámite oficialmente. Le anunciaron también que le iban a presentar a su hermano. Ella sabía quién era. Nunca se habían visto, ni habían intercambiado una palabra, pero tenían amigos en común. Esperó un día y no aguantó. “¡Qué me van a andar presentando a mi hermano!”, se dijo. Pidió su número de teléfono y lo rastreó hasta que dio con él, que se acababa de enterar de que había encontrado a su hermana. Atendió en el baño, llorando.

Sabrina Gullino Valenzuela Negro. Así dice Sabrina que prefiere que la nombren. Gullino es el apellido de Raúl y Susana, sus padres adoptivos que la fueron a buscar un día de 1978 a un juzgado, sin conocer de dónde venía, qué había pasado con sus padres, ni dónde había nacido. Valenzuela y Negro son los apellidos de sus padres: Edgar Tulio “Tucho” Valenzuela y Raquel Negro, secuestrados y desaparecidos durante la última dictadura.

Raquel Negro dio a luz en el Hospital Militar de Paraná. Junto con Sabrina nació su hermano mellizo (el “Melli” lo nombra ella todo el tiempo), a quien ella busca acompañada de sus otros hermanos: Sebastián Alvarez (hijo del primer matrimonio de su madre, a quien Tucho crió como su hijo hasta su secuestro) y Matías Espinoza Valenzuela (hijo de su padre y una pareja anterior a Raquel). El año pasado concluyó un juicio en el que fueron condenados los represores Pascual Oscar Guerrieri, Jorge Alberto Fariña, Juan Daniel Amelong y Walter Salvador Dionisio Pagano, y el ex jefe de terapia intensiva del Hospital Militar de Paraná Juan Antonio Zaccaría, por la sustracción y la supresión del estado civil de Sabrina. Además, los testimonios, sobre todo los de las enfermeras, permitieron confirmar que el hermano mellizo de Sabrina había nacido vivo y también lo habían apropiado. “Antes existía la hipótesis de que el Melli podía haber nacido muerto, pero el juicio fue un antes y un después. Los testimonios de las enfermeras fueron muy valiosos, ellas fueron muy valientes, fueron las protagonistas de esta reconstrucción histórica, a diferencia de los médicos, que no reconocieron nada. Sólo se ‘acordaron’ de algunas cosas cuando los carearon con las enfermeras”, contó Sabrina a Página/12.

La historia de Sabrina, de la recuperación de su identidad y del juicio sobre el Hospital Militar de Paraná está relatada en Reencuentro, un libro de Alfredo Hoffman que se presentará en Buenos Aires hoy a las 18 en el salón Emilio Mignone de la Secretaría de Derechos Humanos. El acto –en el que estarán la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto; el autor, Sabrina y sus dos hermanos– será también una forma de visibilizar la búsqueda de los Valenzuela Negro “y de los otros 400 mellis que faltan”.

“Toda mi vida, desde chiquita, busqué parecidos entre la gente. Es raro pensar que hay alguien parecido a mí por ahí. Aunque capaz que no es muy parecido. Con Sebastián y Matías, los tres somos diferentes. Y el Melli no es mi mellizo idéntico. Yo trato de no ilusionarme. Voy con cautela para protegerme, hay muchas cosas que van subterráneamente”, dijo Sabrina. La historia del secuestro de Raquel Negro y Tucho Valenzuela fue relatada por el mismo Tucho en una conferencia de prensa en México, donde los militares lo habían llevado para que se infiltrara y entregara a la cúpula de la organización Montoneros que estaba en el exilio. Tucho, jefe de la columna Rosario, denunció que había viajado junto a represores del Segundo Cuerpo de Ejército, que comandaba Leopoldo Fortunato Galtieri. Que les había hecho creer que aceptaba sus condiciones, es decir su trampa, para poder salir del centro clandestino Quinta de Funes y denunciar al mundo lo que estaba pasando en la Argentina. Contó que Raquel, su compañera, que tenía un embarazo avanzado, se había quedado como rehén y que juntos habían elaborado la estrategia para burlar a sus captores, a pesar de que era casi seguro que Raquel pagaría con su vida si el plan tenía éxito. Tucho pudo evadir a los represores: apenas contactó a sus compañeros hizo la denuncia. De todas formas, la organización lo degradaría y moriría al ser descubierto por los militares cuando intentaba volver al país durante la Contraofensiva.

Después del escape y la denuncia de Tucho, Raquel fue asesinada. Pero antes parió en el Hospital Militar de Paraná. Allí dio a luz a sus mellizos, una nena y un varón. Gracias a la investigación se pudo reconstruir que los niños fueron derivados al Instituto Privado de Pediatría, de donde ambos fueron dados de alta. A Sabrina la dejaron en el Hogar del Huérfano y fue adoptada legalmente. Recuperó su identidad en 2008, cuando coincidieron sus dudas y la causa judicial que se había iniciado en Paraná. El Melli seguía desaparecido. Primero, los represores intentaron imponer la idea de que había nacido muerto; luego, que había muerto a los pocos días de vida. “Puede ser que lo hicieran porque esté con alguien importante. Pero tampoco lo sabemos. Mi hermano Sebastián siempre creía que a mí me habían sacado del país, que estaba en Francia con un militar de alto rango, por ser la hija de Tucho Valenzuela, y no fue así. Es posible que lo tengan como ‘botín de guerra’, pero es importante que chicos que tengan dudas de su identidad sepan que, aunque no hayan sido criados por militares, pueden ser hijos de desaparecidos. Mis papás adoptivos no tuvieron nada que ver, me adoptaron legalmente y eso, aunque yo dudaba, me hacía creer que no debía ser hija de desaparecidos”, explicó Sabrina. Hoy su principal objetivo es recuperar al Melli: “Es una búsqueda que está haciendo toda la familia y también el Estado; este año se sacaron sangre cinco chicos y, aunque no dieron positivo, eso demuestra que hay nuevas pistas, que se está trabajando. Yo lo único que quiero es tomarme un mate con mi hermano y charlar”.

Condenan al obstetra de la ESMA

El juez Luis Rodríguez unificó la pena con una anterior, por un delito similar, por lo que el acusado cumplirá en realidad 15 años de cárcel. Fue el responsable de la maternidad del ex centro clandestino de detención de la Armada.

El represor y obstetra del Hospital Naval en la última dictadura cívico militar, Jorge Magnacco, fue condenado a diez años de prisión por la sustracción, retención y ocultacion de Evelyn Karina Bauer Pegoraro, a cuya madre atendió en el parto que tuvo lugar en el centro clandestino de detención que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada en la última dictadura cívico-militar.

Según el fallo difundido ayer, el juez federal Luis Rodríguez unificó en 15 años la condena total a Magnacco, en base a otra pena anterior que se había impuesto al represor por delitos similares.

El médico de la Escuela de Mecánica de la Armada es considerado el responsable de la maternidad montada en esa dependencia para que las detenidas dieran a luz a sus hijos que luego eran apropiados y entregados a familiares o allegados a los militares. 

   El juez Rodríguez lo condenó por considerarlo "penalmente responsable del delito de sustracción,retención y ocultación de un menor de diez años, en calidad departícipe necesario", y resolvió unificar la pena con otra condena impuesta anteriormente, lo que elevó la prisión a 15 años.  Las Abuelas de Plaza de Mayo habían pedido 19 años de prisión para el médico represor, pero celebraron que se lo haya reconocido como partícipe necesario de la apropiación de la hija de Susana Beatriz Bauer y de Rubén Pegoraro. Ambos militaban en Montoneros: el joven fue secuestrado el 16 de junio de 1977 en la ciudad de La Plata y ella, el 18 de junio del mismo año en la estación de Constitución de la ciudad de Buenos Aires, con cino meses de embarazo.

   "Por testimonios de sobrevivientes pudo saberse que Susana permaneció detenida en la ESMA, luego fue llevada a la Base Naval de Buzos Tácticos de Mar del Plata, al Centro Clandestino de Detención "La Cacha" y, finalmente, devuelta a la ESMA donde Magnacco la hizo parir en condiciones indignas, a fines de noviembre de 1977", indicó la organización en un comunicado.

   La niña fue entregada al matrimonio compuesto por el ex marino Luis Vázquez Policarpo y su esposa, Ana María Ferra, quienes la anotaron como hija propia, mientras que la falsa partida de nacimiento fue firmada por la partera Justina Cáceres. En 1999, Vázquez reconoció que había recibido a la niña mientras desempeñaba tareas en el Edificio Libertad y desde entonces Abuelas comenzó un arduo trabajo para lograr restituirla, por ese entonces ya una adolescente. "El caso de Evelin llegó a la Corte Suprema, que le negó la posibilidad de conocer su identidad, poniendo como supremo el derecho a la intimidad por sobre el de su origen,  hasta que el 14 de febrero de 2008 la justicia ordenó recoger objetos personales de su domicilio a fin de extraer muestras de ADN", indicó Abuelas.