martes, 17 de noviembre de 2015

Comenzó el juicio por la apropiación de PABLO GERMAN ATHANASIU LASCHAN

Con la ausencia a flor de piel

El ex agente de inteligencia de la Policía Federal de Rosario Enrique López, su mujer, Carmen Saunier, y el comisario Juan Dib comenzaron a ser juzgados por la apropiación del hijo de Angel Athanasiu y Frida Laschan, quien se suicidó hace menos de un año.

  Por Ailín Bullentini

En junio de 1976, el ex agente de inteligencia de la Policía Federal de Rosario Enrique López inscribió como hijo propio a Pablo Germán Athanasiu Laschan. Lo nombró Carlos López en un trámite para el que presentó un certificado de nacimiento que aseguraba, falsamente, que su concubina, Carmen Saunier, había parido al niño. Según la fiscalía y Abuelas de Plaza de Mayo, López y Saunier recibieron en la sede rosarina de la Federal, de manos del entonces comisario Juan Dib, a ese bebé que había sido secuestrado meses antes junto a sus verdaderos padres, militantes del PRT-ERP que permanecen desaparecidos. Ayer, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal número 5 de la ciudad de Buenos Aires comenzó el debate oral en el que se determinarán las responsabilidades penales por la sustracción y la apropiación de Athanasiu Laschan quien conoció su verdadera identidad hace dos años y se suicidó hace poco menos de uno; la alteración de su estado civil y la falsificación de documentos que acreditaban quién era. El caso, para Pablo Parenti, titular de la unidad fiscal especializada en apropiación de niños durante la última dictadura y representante del Ministerio Público en el debate junto a Miguel Osorio, “claramente exhibe el vínculo estrecho entre el terrorismo de estado y el robo de bebés durante la última dictadura: los acusados de entregar y de apropiarse de Pablo Athanasiu Laschan eran partícipes activos de la estructura represiva del Estado”. López y Dib se negaron a declarar. Por un “contratiempo doméstico”, Saunier no participó de la audiencia, aunque deberá acudir a la siguiente, que se llevará a cabo el viernes próximo.

Los jueces Adriana Palliotti, Oscar Hergott y Daniel Obligado inauguraron el juicio con la lectura de las acusaciones en contra de los imputados López y Dib. El viernes, el tribunal deberá definir sobre el pedido de suspensión del juicio en contra de Saunier que realizó su defensa. La apropiadora de Pablo Athanasiu Laschan sufrió un ACV meses atrás, aunque los peritos consideraron que está en condiciones “tanto físicas como psíquicas” de participar del juicio.

López y Dib sí estuvieron presentes ayer, aunque se negaron a declarar. El tribunal ordenó la lectura de lo expresado por Dib durante la instrucción, cuando negó todo vínculo con los delitos por los que se lo acusa. De López no hay declaración alguna, ya que siempre prefirió el silencio.

La querella de Abuelas de Plaza de Mayo responsabilizó a la pareja de criar a Pablo Germán Athanasiu Laschan “en un ambiente falso, de imponerle lazos familiares falsos en el marco de una realidad falsa; de alterar su identidad con nombres y apellidos extraños”. “Sus familias realizaron constantes reclamos a las autoridades argentinas, sin éxito. Pero jamás prestaron confianza a López y Saunier” para que ellos lo inscribieran como hijo propio, sostuvo Iud en el requerimiento de elevación a juicio.

Angel Athanasiu y Frida Laschan, los padres, eran militantes chilenos del Movimiento de Izquierda Revolucionaria cuando la dictadura pinochetista los obligó a escapar hacia Argentina, en 1974. Frida le contó a su papá, a principios de 1975, que estaba embarazada. Pablo nació en octubre de ese año. En abril de 1976 los tres fueron secuestrados y llevados, se cree, al centro clandestino Automotores Orletti. Angel y Frida permanecen desaparecidos y, mientras pudieron, sus familias biológicas nunca dejaron de buscarlos. En 1982, Abuelas de Plaza de Mayo radicó la denuncia por la apropiación de Pablo en el juzgado de María Servini de Cubría, que luego fue ratificada por su abuelo materno. Pasaron tres décadas; los abuelos maternos y paternos de Pablo fallecieron en el camino, sin poder conocerlo. La causa judicial avanzó cuando el joven buscado se convirtió en el nieto número 109 identificado por Abuelas de Plaza de Mayo. Pablo se suicidó en abril pasado.

No es el único delito de lesa humanidad por el que López está siendo investigado. De hecho, llegó al juicio oral que comenzó ayer detenido en Marcos Paz. Dib, por su parte, también está sospechado de haber participado en secuestros y torturas en Rosario. En cuanto a él, las partes acusadoras también coinciden en señalarlo como el “entregador” del hijo de Angel y Frida, por lo que le endilgan la participación necesaria en su retención, ocultamiento y alteración de su estado civil. Cuando el hecho bajo análisis sucedió, Dib era comisario de la delegación rosarina de la Policía Federal y López, agente de inteligencia de esa fuerza, estaba a su cargo, aseguraron tanto la fiscalía cuando la querella en sus respectivos requerimientos.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Mi querida Clara Anahí te sigo buscando


Mi querida Clara Anahí te sigo buscando. 

Los nietos que han sido entregados a otras familias, al igual que vos, siguen apareciendo porque cada uno dentro suyo algo les dice que su verdadera identidad es otra. 

Ya han transcurrido 39 años desde la última vez que nos vimos, tenías tan solo 3 meses y eras una beba hermosa. 

Hoy sos una mujer hermosa y así es como continuo buscándote. 

A las dos nos esta costando encontrarnos pero siento que nos falta muy poco. 

Tienes a una abuela, tíos y primos que te esperamos... 

Espero que te llegue este mensaje mi amor.


viernes, 6 de noviembre de 2015

Mientras buscábamos a Martín, perdimos a Virginia.

Ayer 5 de Noviembre se conoció la noticia de la aparición de Martín Ogando, hijo de Stella Maris Montesano y Jorge Oscar Ogando.
Al enterarnos de este acontecimiento nos invadió una mezcla de sensaciones, que van desde la satisfacción a la pena y la tristeza.
Porque Martín además de ser nieto de Delia Giovanola de Califano, una de las doce fundadoras de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, es hermano de Virginia Ogando.

Virginia comenzó a militar en HIJOS La Plata en 2005, en la comisión de HERMANOS, espacio que eligió para buscar incansablemente a Martín. Fue ese mismo año que viajamos con ella a Pinamar rastreando un dato que le llegó sobre un chico que podría ser su hermano.
Compartimos con ella asambleas, cumpleaños, asados. Cada paso que Virginia daba tenía un fin: la búsqueda de su hermano. Fuimos también partícipes de la desilusión que le producía cada análisis de ADN que daba resultado negativo, y tratábamos de acompañarla en su dolor.
En agosto de 2011 Virginia se suicidó en Mar del Plata. Su fallecimiento nos generó una impotencia infinita, y nos dejó un vacío inconmensurable.
Al leer en el comunicado emitido por Abuelas, que entre 2006 y 2008, se recibieron tres denuncias anónimas, por teléfono y por mail, en las que se planteaba que quien hoy sabemos es el nieto de Delia y el hermano de Virginia, había sido inscripto como hijo propio de quienes decían ser sus padres, nos llenamos de preguntas, tales como:
¿Por qué se hizo caso omiso a esas denuncias que hacía más de ocho años habían sido recibidas en la Asociación Abuelas? ¿Si se hubiesen investigado a tiempo, hoy Virginia estaría dándole ese anhelado abrazo a Martín?
¿Por qué el Ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao se empeña es desguazar y trasladar el Banco Nacional de Datos Genéticos, que funciona en el Hospital Durand, en óptimas condiciones desde 1987, siendo que es este la herramienta que se ha encargado de restituirle la identidad a 118 jóvenes?
Seguimos sosteniendo que la restitución de la identidad de las personas apropiadas durante la dictadura es una obligación del Estado, no un patrimonio de un organismo de DD.HH.

Por otro lado, vemos con preocupación la situación del predio del ex Centro Clandestino de Detención "Pozo de Banfield”, donde nació Martín Ogando, frente a una serie de actividades y anuncios oficiales respecto a la inminente utilización del lugar como un “Espacio de Memoria”. A nuestro entender, la medida de no innovar, ordenada por el juez Corazza en 2006, continúa vigente, porque continúa en curso la investigación sobre los crímenes aún impunes cometidos en ese lugar, por lo tanto el lugar debe ser debidamente preservado hasta que se hayan concluido las investigaciones judiciales.
Ninguno de los sectores kirchneristas que se disputan el predio, realizaron aportes sustanciales para el avance de la causa N° 26 por los crímenes en el Pozo de Banfield. Ese expediente tuvo un tortuoso derrotero. El primer tramo fue elevado a juicio oral en abril de 2012, con una pobre instrucción en la que Corazza sólo imputó a 7 represores por 134 casos. En un segundo tramo el juez procesó a 15 represores más, pero les otorgó automáticamente la prisión domiciliaria.
Estamos convencidos que la muerte de Virginia es consecuencia del secuestro de sus viejos, la apropiación de su hermano y las marcas que a largo plazo deja el Terrorismo de Estado. Y que la responsabilidad es de un Estado ausente que tardó demasiado en hacer lo que debería haberse hecho hace mucho.
Quienes la conocimos, hoy queremos recordar más que nunca a Virginia, emocionados al releer las palabras que le escribía en una de sus tantas cartas llenas de amor a su hermano:
“Y, por esas cosas que tiene la magia del pensamiento, al ver tanta y tanta gente festejando, me vi y nos vi, cantando entre esa multitud, y sentí que estaba junto a vos alegre y feliz y que, como consecuencia de tanta memoria acumulada, aquel naufragio se había transformado en dulce reencuentro.”

¡Bienvenido Martín!
¡Delia te abrazamos bien fuerte!
¡Hasta siempre querida compañera Virginia!!
¡30.000 detenidos-desaparecidos PRESENTES!

lunes, 2 de noviembre de 2015

La historia del Instituto de Menores Mercedes Lasala y Riglos

Un sitio en el que se recuperó la memoria

Por ese instituto de Moreno pasaron hijos de desaparecidos, cuyas historias fueron recuperadas por jóvenes de una escuela de la zona. En su lugar funciona ahora una universidad pública y comenzó a ser señalizado con inscripciones artísticas sobre su pasado.

 Por Alejandra Dandan

El Instituto de Menores Mercedes de Lasala y Riglos fue un lugar de leyendas tenebrosas entre los vecinos de Moreno. Sus pabellones de varios pisos de altura, construidos en peine con patios internos, alojaron hasta 600 niños al mismo tiempo mientras estuvo abierto, entre 1940 y el año 2000. Las leyendas de la zona lo señalaban como un espacio por el que habían pasado hijos e hijas de los desaparecidos de la dictadura. Jóvenes de la escuela pública 35 de Moreno y de la Asociación Civil Moreno por la Memoria comenzaron a investigar esta historia hace unos años, en un camino en el que se fueron encontrando testimonios de algunos de aquellos niños, hoy adultos, secuestrados por el sistema tutelar represivo y encontrados casi al azar por las familias. El Riglos que hoy es sede de una universidad pública de Moreno comenzó a ser señalizado con inscripciones artísticas sobre ese pasado. A esta primera intervención se sumarán las marcaciones con pilares de la Secretaria de Derechos Humanos de Nación.

Andrea Herrera es profesora de historia y coordinadora del grupo de jóvenes investigadores. “El Riglos siempre fue en nuestra zona una suerte de mito urbano –dice–. Siempre se decía que por ese lugar habían pasado además de los miles de chicos que existieron, hijos e hijas de detenidos desaparecidos. Este era el mito. Alrededor había una suerte de monte, donde no se podía ir, sólo iban a veces los varones, a jugar con cascotes, pero siempre era como un lugar donde no te podías acercar. Estaban los peines. Los patios. Unas cinco alas con cuatro patios y unos 600 chicos a la vez. Cuando empezamos a trabajar con esto y a conocer todo te da escalofríos porque además de estos casos, pensás que millones de chicos pudieron haber pasado por ese lugar.”

Camilo Ríos volvió al Riglos por primera vez hace muy poco convocado por estos jóvenes. El es hijo de Carlos Ríos y Juana Armelín, militantes del PCML, secuestrados entre febrero y mayo de 1978 y trasladados al circuito ABO. Camilo tenía 5 años y su hermana Pía tenía 3. El día del secuestro de su madre, a Camilo y a Pía los llevaron a una comisaría y más tarde los derivaron al orfanato. Camilo recorrió lo que ahora es la universidad. “El hogar era un lugar con pasillos largos, yo lo tenía en la memoria”, dice. “Tengo grabado a fuego esos pasillos. Ahora los vi. También reconocí la cocina. Ahora son tres departamentos, pero están los mismos azulejos donde comíamos con los chicos. Después, entre el segundo y tercer piso, estaban las habitaciones. Ahora hay divisiones de Durlock, pero si las sacás, te das cuenta de que eran las mismas habitaciones. Había seis o siete camas de un lado y siete camas del otro. Pero hay ahí un dato. En el orfanato estaba prohibido estar nenes y nenas, pero yo estaba con mi hermana, quiere decir que nosotros estábamos bajo un resguardo del Ejército para tenernos así.” Para Camilo el lugar era un edificio cerrado porque “nunca mirábamos afuera. A pesar de eso, recuerdo jugar en el patio, entre diente y diente, porque eran juegos fuertes. A veces había que jugar y a veces no sé cómo decir, había como que marcar territorio”.

Hoy se sabe que por el Riglos también pasaron Sebastián y Nicolás Koncurat Urondo, los nietos de Paco Urondo, que quedaron en un jardín de infantes, a la deriva, cuando el Grupo de Tareas de la ESMA cercó a sus padres, Mario “El Jote” Koncurat y Claudia Josefina Urondo. “Quisiera tener más recuerdos de esa época pero no los tengo”, dijo Sebastián en su declaración en el juicio de la ESMA. “Lo que me contaron es que mi hermano estaba bastante enfermo y en el hogar lo sedaban para que no llorara. De eso se dio cuenta mi abuelo, que era médico. Yo no hablaba. Reconocía a mi abuela materna, a mi tío Javier Urondo, pero no reconocía a mis abuelos paternos, porque no tenía mucha relación con ellos. Eran nuevos en mi vida. Esa transición horrible fue difícil, la fuimos armando.”

También se sabe que por el Riglos pasó Yamila Zavala Rodríguez, hija de Olga Irma Cañueto y de Miguel Domingo Zavala Rodríguez, diputado del PJ electo en 1973. El 22 de diciembre de 1976 vivían en un departamento de Lambaré y Corrientes, en Almagro. Faltaban tres días para la Navidad, dice Yamila en un escrito. “Ese día mamá, mi hermana que en ese entonces tenía 2 años y yo casi de 4, íbamos caminando a nuestra casa después de haber comprado gaseosas para las fiestas.” En ese momento paró un auto. Miguel se puso en el medio para protegerlas cuando las vio y lo mataron. A Olga la metieron en un auto. Las dos hermanas se sentaron en el escalón de una puerta. “No puedo expresar lo que sentí en ese momento, pero sabiendo lo que vimos con mi hermana, que maten a nuestro papá delante de nosotras y que se lleven a nuestra mamá con tanta violencia quedándonos solas en el lugar, sin que los secuestradores tengan piedad de semejante crueldad, me conmueve todos los días de mi vida y no puede creer que eso lo viví.” Yamila estuvo tres meses. El grupo de jóvenes también encontró el paso de la hija de una pareja del PRT-ERP secuestrados el 29 de marzo desde una quinta, cinco días después del golpe.

“Tengo recuerdos de la cocina, en particular”, continúa ahora Camilo. “Eran mesas redondas de cinco chicos. Y una señora con guardapolvo celeste pasaba y nos servía la leche. Nosotros tardábamos o nos distraíamos y a la leche se le hacía la nata. Me acuerdo un día, que dos o tres nos mirábamos, así como diciendo ¿qué hacemos con esto? Uno, que era un bardo, y me lo acuerdo porque estaba contra los azulejos, dijo algo, y hace como un doble en la boca y se la traga. Nosotros lo miramos. Dijimos: ¡ah, esto se hace! Y todos hicimos lo mismo. Para mí fue impactante. Eso que parecía medio feo, que te da como asco, el pibe rompió todos los códigos del asco, se la bancó y se la tragó. Un código de cinco años. Era como empezar a saber qué hacer con esto, y ese gesto era una cosa bien simbólica en el orfanato.”

Otro de los recuerdos “no tan metafórico”, dice, aparece el cuarto. “El tema era que nos teníamos que vestir y yo tenía como una presión porque tenía que ponerle los cordones a mi hermana pero no le podía poner las zapatillas. Me puse muy nervioso. Un chico del lado o de enfrente de donde dormíamos, me llama. Hablamos. Me dice no sé qué, cómo te llamas y qué te pasa. Le digo que no sé qué hacer con esa zapatilla, que no me sale ponerle los cordones. ‘¡Vení que yo te ayudo!’, me dijo él. ‘Vos tenés que tranquilizarte, me dijo, porque a vos te van a venir a buscar’.”

Durante el juicio ESMA III, la fiscalía probó el vínculo del Riglos con el GT. “Los institutos de menores no fueron centros clandestinos de detención fueron espacios públicos que facilitaron el ocultamiento de los menores”, señala la fiscal del juicio Mercedes Soiza Reilly.

“Permitieron la continuidad de la privación, en la medida en que las Fuerzas Armadas de un gobierno que subvirtió el orden constitucional, fueron las que autorizaron la entrega de niños a quienes previamente les habían asesinado a sus progenitores. Ilegal por donde se lo analice.”